La fotografía está repleta de cosas que no conocemos y que de primera cuesta entender por completo, pero que afectan de manera sustancial al resultado final que obtenemos de nuestras fotos. En esta ocasión les voy a hablar del balance de blancos.
Para entender el balance de blancos, hay que conocer el concepto de Temperatura de Color.
Ya empezaste, Javier. El color lo determina una longitud de onda, no una temperatura!
Bueno, sí. Sin embargo la temperatura de color es una medida igualmente objetiva que nos permite medir la tonalidad de la luz que incide sobre el sujeto que estemos fotografiando.
En términos un poco científicos, la temperatura de color se mide en Kelvin y corresponde a la temperatura a la que debiera calentarse un cuerpo negro para emitir luz de ese mismo color.
Así, una ampolleta común que entrega luz blanca con un ligero tono amarillo probablemente pueda estar graduada en torno a los 4500K. Ojo que esto no significa que los elementos de la ampolleta se calienten hasta 4500K (Sobre 4000°C), sino que esa es la temperatura a la que un cuerpo negro emitiría naturalmente una luz de ese tono.
Esto es muy relevante porque el mundo que nos rodea está lleno de fuentes de luz distintas (incluso el sol, por efectos atmosféricos muy interesantes, nos da una luz de tonalidad muy distinta cuando está cerca del horizonte y cuando está en su cénit) y esos cambios de luz afectan la forma en que nuestras cámaras capturan la imagen.
Como nos afecta la temperatura de color? Mi ojo no nota nada raro
El ojo humano es una máquina sorprendente y, efectivamente, junto con el cerebro ajustan muy bien la imagen que vemos para que no notemos, salvo en casos muy extremos, que hay cambios en el tipo de luz; Sin embargo en las cámaras, tanto digitales como análogas, los cambios de luz tienen un efecto extremadamente notorio sobre como se registran los colores. El más notorio de todos: el blanco no se ve completamente blanco.
El balance de blancos busca, precisamente, rectificar la distorsión sobre los colores usando el blanco como parámetro. Si ajustamos la temperatura de color que asumimos para nuestra foto, y el tinte a valores que permitan mostrar correctamente el color blanco, estaremos mostrando correctamente todos los demás colores.
Pero mi cámara MuySuperCara™ tiene Auto White Balance…
Sí. La mayoría de las cámaras tiene un setting de balance automático de blancos. En general funciona bastante bien, sin embargo dista de ser perfecto y no siempre, sobretodo cuando hay distintos tipos de luces, balancea correctamente la temperatura de color. Asimismo, puede resultar poco práctico estar preocupado de estar cambiando los distintos presets de la cámara a medida que avanza el día o vamos alternando entre interiores y exteriores. Y es aquí donde la fotografía digital nos permite algo más de flexibilidad que la fotografía analógica, especialmente si disparamos en RAW.
Uno de los ejemplos más evidentes de un mal balance de blancos es el que ocurre cuando la escena está iluminada con luces de tungsteno (las típicas del alumbrado público, con esa característica tonalidad anaranjada):
Con 2 minutos de ajustes sobre el original para corregir el balance de blancos y aprovechar de eliminar un destello no deseado en el cielo, llegamos a una versión con colores más reales y mucho más cercanos a lo que ve el ojo humano en una situación como esta.
El anterior es un ejemplo un tanto extraño y que, en cierta forma, también permite cierta libertad creativa. A fin de cuentas, no todas las fotos tienen que ser hiper-realistas y los tonos anaranjados de la luz de tungsteno tienen cierto atractivo.
Así como este hay muchos casos menos extremos donde el balance de blancos podemos usarlo a nuestro favor de manera creativa, o bien podemos ser estrictos y buscar el blanco perfecto en una toma donde la exactitud sea fundamental, como una foto publicitaria o de modas.
En el ejemplo de arriba pueden ver que, salvo por el balance de luz fluorescente que es bastante más extremo, los distintos balances entregan resultados similares, pero con distintas propiedades, algunos mucho más cálidos que otros. Si bien en ninguno hay una tarjeta blanca que nos permita evaluar que tan bien reproducido quedó el blanco, cosa que en el ejemplo nocturno de más arriba ni siquiera es necesario, en los 3 casos podemos ver una foto que resulta agradable a la vista.
Recuerden. Disparen en RAW, experimenten en post. Si no es en RAW, algo se puede se hacer, pero en general no van a conseguir resultados ni remotamente cercanos a los que pueden obtener trabajando sobre el “negativo”.