Para quienes han estado medianamente atentos a lo que de vez en cuando aparece en los diarios, esto probablemente no sea motivo de sorpresa.
Cada cierto tiempo, se pueden escuchar los siguientes reclamos:
- En la comuna de La Reina, en Santiago, quienes residen cerca del Aeródromo de Tobalaba demandan que el aeródromo opere con muchas más restricciones que hoy, o incluso que se cierre, citando que el ruido en su entorno es molesto, que es peligroso por estar rodeado de casas, que solo sirve para que los cuicos salgan a jugar con sus aviones.
- Vecinos de las comunas de Pudahuel y Maipú protestan contra el Aeropuerto Arturo Merino Benitez, el principal del pais, por el ruido y la contaminación que produce la operación diaria de este aeropuerto.
- En La Serena, los residentes de los sectores aledaños al Aeródromo La Florida de esa ciudad exigen que de una vez por todas se ejecute el proyecto del aeropuerto en Tongoy, argumentando tambien lo dañino del ruido y lo riesgoso de tener aviones operando a baja altura tan cerca de sectores poblados.
¿Saben qué? Ninguno de estos reclamos tienen ningún asidero desde un punto de vista lógico. Los tres aeródromos/aeropuertos que les menciono fueron puestos en funcionamiento en sus actuales emplazamientos años, incluso décadas, antes que sus entornos comenzaran a convertirse en suelos destinados a sectores residenciales, y quienes compraron o construyeron sus casas al lado de uno de éstos lo hizo conociendo el ruido que iba a acompañarlo.
Hasta esta semana, habría jurado que el comportamiento oligofrénico de instalarte conscientemente a vivir al lado de una externalidad y luego protestar para conseguir que esa externalidad, que estaba antes que tú, se restrinja o elimine, era un comportamiento eminentemente chileno o, a lo más, muy sudamericano. Me di cuenta, tristemente, que no es así.
El aeropuerto O’Hare, en Chicago, es uno de los dos aeropuertos de esa ciudad y hoy en día es el aeropuerto de más tráfico (medido en pasajeros transportados) del mundo, con sobre 880.000 operaciones y 70 millones de pasajeros transportados en 2014. Entró en servicio comercial a comienzos de la década de 1950 siendo la única construcción en muchos kilómetros a la redonda. Con el correr del tiempo O’Hare ha ido creciendo hasta convertirse en un monstruo de 8 pistas, 5 terminales de pasajeros, 2 de carga y sobre 210 destinos atendidos sin escalas.
En el mismo tiempo, la ciudad fue creciendo y, tal como ocurrió con Tobalaba, terminó rodeando al aeropuerto.
Comprendamos que 880.000 operaciones (la mitad son despegues, la mitad son aterrizajes) en un año es una cantidad brutal que equivale, si la distribuyéramos uniformemente, a unos 1200 aterrizajes y 1200 despegues diarios, 50 de cada uno por hora… un despegue y un aterrizaje cada 70 segundos, todo el día.
Lo terrible de esto es que solo durante enero de 2015, el aeropuerto recibió alrededor de 39.000 reclamos (!) por ruido. Sobre el 60%, alrededor de 25.000 fueron presentados por….
Wait for it…..
6 personas!
6 personas, que en promedio escribieron 4.200 reclamos cada una, en UN MES, reclamando básicamente porque se fueron a vivir al campo y no les gusta el olor a caca de vaca. Una sola persona hizo 11.155 reclamos.
El salto es dramático, considerando que en enero de 2014, solo se recibieron en total poco más de 6.000 reclamos.
Manifestantes decididos a ser escuchados? 6 personas con mucho tiempo libre? 6 Mr. Heckles que se molestan por todo y que olvidan que ellos llegaron despues?
Sea cual sea la causa, claramente la disputa va a ser brutal. Igual que en Tobalaba, donde cada tanto aparece un político haciendo campaña diciendo que Tobalaba debe cerrar para proteger a la comunidad. Una comunidad que llegó a vivir a un lugar donde el aeródromo ya funcionaba, pero que solo se dio cuenta que era ruidoso después de comprar, o que no le preocuparon los riesgos mientras construía su casa.
En fin… en todas partes de cuecen habas.
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