Recuerdos: yo estuve varado para la huelga de controladores en España

Una huelga te puede complicar mucho los planes y dejarte varado y sin alternativas, sobretodo cuando es en un país extranjero. A mí me pasó.

(Este post es un poco más largo que lo habitual. Si les gusta lo que van leyendo, les recomiendo dejar un marcador para que puedan volver a retomarlo en caso que elijan leerlo por partes)

Corría Diciembre de 2010 y +1 estaba en un proceso de transición laboral que, de manera muy calculada, le dejaba una semana de vacaciones. Como oportunidades de esas no llegan todos los días, decidimos aprovecharla y partir una semana a la madre patria para unos días de descanso mental (que a mí, dicho sea de paso, me venían muy bien también ya que no había tomado vacaciones en bastante tiempo).

Como habitualmente hacemos, planificamos muy poco el viaje: el mismo día que +1 terminaba en su antiguo trabajo tomaríamos el LA704 desde Santiago a Madrid y volveríamos el viernes siguiente para tener un par de días para descansar antes que comenzara su nuevo trabajo el lunes siguiente. Nos quedaríamos en casa de unos amigos en Getafe y operaríamos desde ahí, gracias a una excelente red de metro y trenes de cercanías de la capital española. Toda la semana, salvo por el frío que hizo por esos días, anduvo, como dicen los españoles, a pedir de boca: nos embarcamos sin problemas en el primer vuelo, llegamos a la hora prevista a Madrid y pudimos hacer y recorrer todo lo que queríamos ver.

Los problemas, sin embargo, comenzaron cuando íbamos de vuelta a la T4 de Barajas, cargados de maletas, recuerdos y algunos encargos que nuestros amigos, que regresarían pocos meses después a Chile, nos pidieron que repatriaramos aprovechando algo de holgura en nuestra franquicia de equipaje: en total, 2 maletas grandes, dos pequeñas, dos mochilas y un saxo. Sí, un saxo 🙂

Aquel maldito Viernes 3 de diciembre

18:45 Íbamos felices y cansados en el metro, a dos estaciones de donde combinábamos con la extensión a Barajas (que maravilla es poder llegar en metro directo a la terminal!) cuando sube un inspector a revisar boletos. Le entregamos los nuestros y, al vernos con maletas, mochilas y saxo nos pregunta donde vamos. Al aeropuerto, le contestamos con toda naturalidad.

¿No se han enterado? Ha empezado una huelga total de controladores aéreos y no está saliendo ningún avión en toda España. Les recomiendo vuelvan a sus casas.

No supimos qué decir. +1, nuestro amigo Mauricio que nos acompañaba hasta el aeropuerto y yo, quedamos de una pieza. El Miércoles 8 era feriado y lunes y martes era puente en España, por ende todo el país viajaba para disfrutar ese fin de semana extralargo. El aeropuerto, naturalmente, iba a ser un hervidero. +1 empezaba su nuevo trabajo el lunes, por lo que rápidamente se nos iba a agotar toda la holgura de tiempo que teníamos y no era la idea partir en una empresa faltando porque no pudiste volver de tus vacaciones. Encima de todo, para complicarlo aún más, volábamos liberados y sujetos a espacio, por lo que una vez que se normalizara todo iba a ser prácticamente imposible subirnos a un avión en poco tiempo. Raya para la suma, parafraseando al gran Tano Pasman, estábamos en la B.
La huelga, nos explicaba el inspector, había comenzado una media hora antes y no se sabía cuanto duraría. Algunos minutos después, de hecho, por los altavoces de los vagones del metro comenzó a escucharse un mensaje informando que no estaban saliendo ni llegando vuelos desde Barajas.
Como fuera, había que llegar al aeropuerto y ver qué era lo que en realidad estaba pasando.

19:00: nos encontramos con el caos

Llegamos a la T4, donde termina el recorrido del metro y subimos al nivel donde están los counters. La escala mecánica te deja hacia el centro de la terminal, frente a una de las islas de Iberia. Los counters prácticamente no se veían de tanta gente agolpada en ellos y el ruido era tremendo. El resto de la terminal estaba igual, incluyendo el sector de LAN, que con solo 4 vuelos esa noche (dos a Santiago, uno a Lima y uno a Guayaquil) cambiaba su habitual calma por esto:

Counters colapsados
Así estaban los counters de LAN cuando recién comenzaron a llegar los pasajeros de los 4 vuelos de ese día. Después se llenaron aún más.

La cosa, sobra decirlo, no pintaba para nada bien. De todas formas, estoicamente nos pusimos, con maletas y saxo incluido, en la fila de Staff que, por supuesto y al igual que la fila de pasajeros comerciales, no se movía. Comenzaba la espera, la incertidumbre y la conversación nerviosa con los demás liberados que a esas alturas ya habían comenzado a llegar.
Al cabo de media hora, notamos con +1 que el Duty Manager estaba libre de pasajeros comerciales buscando respuestas. Me acerco a conversar con él, un tipo muy amable de unos 40 años cuyo nombre lamentablemente no recuerdo, me identifico como funcionario y le pregunto si tiene algo de información sobre lo que está pasando y cuando cree que podría resolverse todo. Nada, sabe tanto como nosotros y los colegas de Iberia están igual.

– ¿Viajas liberado? – pregunta. Pone una expresión de dolor cuando respondo afirmativamente.
– ¿Viajas con 90? 
– No. 00.  – respondo. Marca más el gesto y hace un breve ruido de dolor. Me recomienda conseguir una visa de trabajo.
– No vas a salir de aquí pronto – me dice. Definitivamente nos fuimos a la B.
(N. del A: el id90 y el id00 son distintos códigos de liberación, con precios y prioridades de embarque distintas… adivinen con cual íbamos nosotros)

Me recomienda quedarme en la fila, no vaya a ser cosa que el tema se resuelva pronto y comiencen a procesar el vuelo que, de no ser por esto, tiene espacio suficiente para eventualmente confirmarnos. El riesgo está en que esto se extienda hasta el día siguiente o más. Ahí nos quedamos.

Como buen liberado asegurado, además de nuestros tickets sujetos a espacio en LAN, teníamos tickets sujetos a espacio en Iberia como back-up. Dada la situación, este respaldo que uno habitualmente lleva consigo en esta oportunidad no iba a servir de nada. La situación en Iberia era peor.

22:00. A estas alturas la T4, donde operan principalmente vuelos de largo alcance de Iberia y el resto de las aerolíneas adheridas a oneworld, colapsaba. Era tanta la gente que el ruido de las conversaciones era tremendo. La climatización de la terminal no daba abasto y la temperatura comenzaba, en pleno invierno con 3°C afuera, a subir a un punto en que se podía estar en polera. Los pasajeros comenzaban, comprensiblemente, a impacientarse y las pizarras de información comenzaban a cambiar el status de la mayoría de los vuelos desde Demorado al fatídico Cancelado y las aerolíneas comenzaban a activar sus planes de contingencia y enviar a sus pasajeros a hoteles para pasar la noche. LAN, pese a que nunca canceló oficialmente los vuelos del día viernes (lo que a la larga terminó siendo nuestro salvavidas; mas de eso adelante), comenzó a hacer lo mismo en la medida que llegaba la hora de itinerario de sus vuelos. El nuestro, que por itinerario salía de Madrid a las 23:55, fue el último. Nos ofrecieron, para no volver a Getafe (un trayecto de alrededor de una hora), alojamiento también en un hotel a unos 15 minutos del aeropuerto. Aceptamos, nos subieron a un bus con nuestras maletas, mochilas y el saxo y llegamos al hotel a eso de la 1:00 am. Comimos algo y fuimos a nuestra habitación a intentar dormir alrededor de las 2. La recogida sería temprano, a eso de las 8.

Dormir resultó prácticamente imposible. El hotel y la habitación eran excelentes, nada que decir. Sin embargo, la necesidad de intentar saber qué estaba ocurriendo y si había alguna novedad nos tuvo durmiendo a saltos con el televisor encendido. A estas alturas ésta era LA noticia en todos los canales. Se hablaba de 600.000 pasajeros afectados. Los sobrevuelos (vuelos que no salían ni llegaban a España, pero que tenían que pasar sobre el país) estaban cambiando sus rutas para no pasar por espacio aéreo español, con el consiguiente gasto adicional de combustible y volviendo loco a Eurocontrol (los tiempos adicionales de viaje obligaban a modificar todos los slots en buena parte de Europa y hacían “olas” en todo el continente) y comenzaban a escucharse, en puntos de prensa horarios, en vivo, los ultimatums del Primer Ministro: si la movilización no se detenía durante la siguiente hora, se militarizaría el servicio de control de tránsito aéreo para comenzar a paliar la situación. Todas las horas se advertía lo mismo. Nunca se hizo. Tampoco estuvo nunca claro, al menos públicamente, si la militarización del servicio implicaría reemplazar los controladores civiles por controladores militares o si se usaría al Ejército para forzar a los civiles a hacer su trabajo.

Sábado 4. 7:30. Debemos haber dormido alrededor de 2 horas en total. A las 7:30 ya habíamos desayunado y estábamos, con maletas, mochilas y saxo, a bordo de un bus para volver a Barajas a esperar que el asunto se desenredara. Llegamos y, nuevamente, caos en la T4. En los counters de LAN, el personal de aeropuerto intentaba con bastante (hay que aplaudirlo) éxito ordenar a los pasajeros de los 4 vuelos del viernes. A esta hora, notamos que mientras nuestros vuelos del viernes aún estaban informados como Demorados, los vuelos del sábado ya estaban marcados como Cancelados.

Toda la mañana a la espera de alguna noticia que no llegó. A estas alturas todo el mundo conversaba con todo el mundo. Comenzamos a hacer buenas migas con algunos pasajeros (con uno, de hecho, nos turnábamos para cuidar nuestros equipajes, comíamos juntos, conversábamos de la vida y compartíamos historias de viajes), tanto comerciales como liberados. Había que entretenerse en algo.
Llegados a este punto, teníamos avisado a todo el mundo que estábamos varados y, vía Facebook, nos daban ánimo. +1 le avisaba a quien iba a ser su jefe de la situación y que no sabíamos si alcanzábamos a llegar. La respuesta, muy tranquilizadora, no se hizo esperar. Esto también era noticia en Chile y ya estaba al tanto de lo que pasaba. No te preocupes, avísame cuando llegas. El nivel de stress bajó un peldaño.

Descubrimos que la T4 es muy “liberado-friendly”. Hay espacios amplios, muchos enchufes, buena señal de Wi-Fi (de pago, pero a estas alturas valía la pena) y muchos lugares en que el piso y las paredes se unen en un ángulo tal que te permite estar acostado en el suelo de manera bastante cómoda. No es un hotel, pero se podía tolerar.

Sábado, 10:30. Algunas pizarras de vuelo dejan de mostrar los vuelos y en su lugar comienzan a mostrar un mensaje de Iberia invitando a los pasajeros a retirarse del aeropuerto

Huelga salvaje
Este mensaje, publicado por Iberia a primera hora del sábado 4 de diciembre, retrata buena parte de la historia. En el aeropuerto, en todos los aeropuertos, el caos era total. Los altoparlantes del aeropuerto transmitían cada 10 minutos este mismo mensaje.

TODOS los vuelos de Iberia cancelados hasta la mañana siguiente. Al poco tiempo comienza a escucharse por los altoparlantes de la terminal cada 10 minutos, un mensaje grabado similar al de la foto. No paró hasta el fin de la huelga.

Sábado, 13:00. Almorzamos. El Big Mac y la cerveza más caros que he pagado en mi vida, pero que a esas alturas era un pequeño lujo: era lo único que a esa altura no se había agotado. De vuelta a los counters y empezamos a escuchar las historias de todos los pasajeros. Un hombre que andaba en Europa por negocios, se iba a perder nada menos que el matrimonio de su hija mayor esa noche. El entonces presidente de la ANFP, que iba de Zurich a Santiago, conversaba, sin selfies, con la gente que se le acercaba. Gente que volvía de vacaciones. Españoles que iban a recorrer sudamérica. 900 pasajeros, 900 historias. Incluso, un tipo que estaba en la fila nos dejó, sin decir nada concreto, convencidos que estábamos frente a un exponente del peor producto de exportación de nuestro país: un lanza internacional.

Sábado 15:00. Dado que no estábamos frente a una situación que hubiéramos podido anticipar, todas las alternativas de vuelos de regreso que llevábamos preparadas eran desde Madrid. No servían de nada. Emitir tickets por otras rutas para tratar de salir jugando estaba un poco descartado porque debes emitirlos en tu base (es decir, en Chile en mi caso). En un momento de apuro es cuando surge la necesidad de sacar a relucir los encantos animales de uno frente a la persona del counter de ventas (sí, era mujer) y su supervisora. La misión? conseguir, fuera de procedimiento, un interlineal para volar desde Lisboa o París hacia Nueva York o Miami para poder retomar camino desde ahí a Santiago.

Gato con Botas
Este soy yo dando rienda suelta a mis encantos frente a la funcionaria del counter de ventas

Funcionó. Despues de algunas consultas, escalamientos por teléfono y un mail salvador hacia y desde Santiago, me llaman: Podrían emitirme dos tickets de Paris a Nueva York con Air France que me permitirían llegar a tiempo para bajar hasta Santiago en el querido LA533 y dos, tambien en Air France, para volar directo entre París y Santiago (algo de redundancia no venía mal) y así llegar a tiempo. Casi le estaba dando un abrazo cuando me dice:
– ¿Estáis seguro que podéis llegar a París a tiempo? Recuerda que este fin de semana es puente.

Pequeño detalle. La gente que se iba a mover dentro de Europa a estas alturas ya había reventado todas las alternativas de transporte terrestre. Buses, trenes y arriendos de auto se habían agotado hace horas. Para rematar, había una tormenta de nieve que estaba dificultando mucho el tránsito terrestre entre España y Francia. Algo quería que me quedara en Madrid.

Sábado, 18:00. Comienzan a verse miembros del Ejército, armados y con tenidas tácticas, caminando relajadamente por la terminal. No se veían muy “interventores” a decir verdad. Caminaban de a pares, con buen ánimo y poniendo caras amables a la gente pero sin detenerse.
Comienza la etapa más friki: de manera espontánea, se organiza una huelga de pasajeros. Marchan por el interior de la terminal unas 500 personas, haciendo ruido, con pancartas y cánticos contra los controladores. Quienes no marchamos, observamos y mucha gente, incluyendo a los funcionarios de las aerolíneas, tienen 10 minutos de risa. Se distiende un poco el ambiente y mejora un poco el humor de todo el mundo, que ya se acerca a las 24 horas de espera. El problema, sin embargo, no se ve cercano a resolverse. La grabación sigue sonando cada diez minutos y la mayoría de los pasajeros la ignora. Nadie se fue del aeropuerto. Hace rato que ya anocheció nuevamente.

A estas alturas, los liberados estamos casi de amigos entre nosotros y con el personal de aeropuerto. Conversamos de la vida, nos cuentan de sus experiencias trabajando en aeropuerto tanto para LAN como para otras aerolíneas. Están cansados. Están redoblando turnos por este problema. Quieren irse a casa y dormir. Nosotros también.

Sábado, 20:30. Sin mediar ningún anuncio, sin que hubiera ninguna noticia en internet, el repetitivo aviso por los altoparlantes dejó de repetirse. Nos demoramos en darnos cuenta. Comenzaron a correr rumores que la huelga podía estar cercana a su fin. En las aerolíneas, nadie sabía nada. Sin embargo, rápidamente los pasajeros de todas las aerolíneas comenzaron a ponerse en filas en los counters. Sin saber mucho qué esperar, dejo a +1 en la fila de staff de LAN y corro al counter de staff de Iberia. Veo que, a pesar que todos los vuelos siguen estando oficialmente cancelados, han comenzado a chequear lentamente a algunos pasajeros comerciales, previendo que podría comenzar a normalizarse todo. Sorprendentemente, la fila de staff comienza a moverse y me dan la opción de irme standby a la puerta de embarque.
Corro de vuelta a LAN y habían comenzado a chequear el vuelo del día viernes a Guayaquil y es ahí cuando un miembro del equipo de aeropuerto me explica algo que permite reflotar la esperanza. Al comenzar la huelga, los vuelos del sábado se cancelaron inmediatamente pero los del viernes no. Debido a esto, durante todo el día se había estado reacomodando a los pasajeros del sábado en otros días y vuelos. La mayoría, entonces, no se presentaría en el aeropuerto esa noche y los vuelos del viernes, que operarían el sábado, no se iban a terminar de llenar con pasajeros del sábado que intentaran evitar atrasarse 24 horas también. Si todo se arreglaba hoy, podía ser que viajáramos.
El problema, claro, es que todavía no se arreglaba.

Sábado, 22:00. Júbilo. Comienzan a despegar algunos aviones. La frecuencia no es mucha, pero invita a pensar que la situación mejora. La congestión comienza a verse menos en los counters y más en el checkpoint de seguridad donde los pasajeros se agolpan para llegar a sus aviones sin demora. A medida que el tiempo corre, los vuelos comienzan a aparecer nuevamente programados en las pizarras. La fila de staff de LAN comienza a avanzar, lento pero seguro. El vuelo sigue teniendo espacio, nos dicen, por lo que nos recomiendan no arriesgarnos con Iberia. Obedecemos. Nuestro vuelo, con 25 horas de retraso, ahora se encuentra programado para las 00:30 del Domingo.
30 minutos después que los controladores retomaron sus funciones, así se veía España:

España con huelga
Espacio aereo español apenas terminó la huelga. Empiezan los primeros sobrevuelos, pero aun no se ven vuelos saliendo desde Madrid. Noten la diferencia entre el espacio aéreo español vacío y sus vecinos (en particular Suiza y Alemania)

Muy distinto a como se ve en un día normal a la misma  hora:

España sin huelga
Espacio aereo español en un dia normal a la misma hora en que terminó la huelga de 2010.

Finalmente, se termina de procesar a todos los pasajeros comerciales en los vuelos a Santiago y empiezan a moverse los liberados. Pese a que en la lista de standby con +1 estábamos entre los 5 primeros, por quedarnos conversando con alguien quedamos al final de la fila en el counter. Poco relevante dado que la prioridad la da la lista, pero anecdótico: fuimos los últimos pasajeros en ser aceptados en el vuelo.

23:30 ¡Corran!. Nos entregaron al fin nuestras tarjetas de embarque, con buenos asientos en la parte delantera de la cabina y todo al tiempo  que el agente nos dice “El vuelo sale en una hora más. Corran”.
Quienes conozcan la T4 en Barajas saben que no es particularmente una terminal pequeña. Desde el landside hasta las puertas de embarque de la T4S había que pasar por un punto de seguridad muy congestionado (NY style!), sacarse zapatos, chaqueta, abrir mochila, sacar laptops (y saxo, ¿recuerdan?), volver a cerrar todo, bajar 3 ó 4 cuerpos de escala muy largos, esperar el tren, hacer el recorrido, pasar por control de pasaportes, subir los mismos 3 cuerpos de escala y buscar la puerta de embarque. Todo en 40 minutos, porque si bien faltaba una hora para la salida, el cierre de puertas es 20 minutos antes. Cuando hay poca gente es facil hacerlo en unos 15 minutos. Ese día, en solo pasar seguridad nos demoramos 25 minutos. Había que, literalmente, volar. No podíamos quedarnos abajo del vuelo por llegar tarde.

Domingo, 00:10. Tiene que ser una broma. Logramos llegar en 40 minutos exactos a la puerta, solo para ver que hay un par de personas solamente. DEMORADO decía la pantalla del gate. No podía creerlo.
Me acerco a una persona de LAN y le preguntó qué pasó. Me responde que el vuelo, que comienza en Frankfurt, estaba demorado porque la tormenta de nieve que había estado cayendo sobre los Alpes ahora estaba descargando toda su ira sobre el aeropuerto de Frankfurt y nuestro avión estaba ahí, expectante. Le pregunto qué alternativa hay de cambiarme al otro vuelo que iba a Santiago, que venía desde París y saldría de acuerdo a lo planificado. La respuesta, obviamente, fue que ninguna. Habían aceptado todos los liberados que habían podido y habían llenado el avión.

– Pero no te preocupes. Apenas el avión pueda salir de Frankfurt vamos a saber a que hora salimos a Santiago.

No quise manifestar, ni a él ni a +1, mi incredulidad. La tripulación que volaba el tramo a Santiago ya llevaba un buen tiempo en el aeropuerto con el reloj del período de servicio corriendo. Si Frankfurt no se abría luego, se vencía la tripulación y ahí si que tenía que buscar un departamento en Madrid.
Dado que en ningún caso iba a pasar mucho en las siguientes dos horas, fuimos a comer algo y a dar una vuelta por el DutyFree. Ya estábamos tan cansados que ni eso nos motivó mucho y fuimos solo por matar el tiempo. Queríamos dormir, queríamos llegar.

Domingo, 01:00. Yes, we can. La nieve había cesado en Frankfurt y mientras limpiaban la pista, a nuestro avión ya se le había reasignado su slot de salida. El tramo Madrid-Santiago, en tanto, ahora tenía hora estimada de salida a las 4am. Sin ganas de nada, buscamos un lugar donde cargar nuestros teléfonos y laptops y nos sentamos en el suelo a esperar mientras actualizábamos a nuestras familias por facebook o mail.

Domingo, 04:00. Llega el avión. Nunca había estado tan feliz de ver un A340. La salida de Frankfurt había estado un poco congestionada, sin contar la entrada a Barajas, que estaba echando humo para ponerse al día. Los pasajeros que embarcan en Frankfurt hacia Santiago deben bajarse en Madrid y luego volver a embarcar. El proceso fue, como nunca, extremadamente rápido y sorprendentemente ordenado. A las 04:30 ya estábamos todos arriba del avión mientras se terminaba el carguío de combustible y pocos minutos después escuchamos el anuncio que todo liberado en esta compañía espera escuchar.

– Tripulación, puertas en automático, cross-check y reportar. Gracias

Al fin nos íbamos. +1 se durmió antes que se encendieran los motores. Yo esperé a duras penas el servicio, comí y no supe más de mi hasta que me despertaron 12 horas después mientras sobrevolábamos las cercanías de Córdoba, en Argentina para ofrecerme desayuno.

Terminamos llegando a Santiago un poco pasado el mediodía del domingo 5. Directo a casa, ni siquiera pensar en desarmar una maleta. A la cama, avisarle a nuestras familias que ya estábamos al fin en Santiago, comer algo y dormir hasta el día siguiente.

El epílogo.
Finalmente +1 llegó a su nuevo trabajo en la fecha pactada. Yo volví al trabajo sin tener que quemar más días de vacaciones, ante la incredulidad de mis jefes que habían dado por hecho que me iba a demorar una semana adicional en volver. Estuvimos toda la semana a  media máquina pero todo quedó, para nosotros, en nada más que una anécdota de 30 horas más 13 de vuelo.

El saxo, para quienes se estén preguntando, llegó bien a su destino final y hoy es feliz junto a sus dueños que siguen dándole el amor que se merece. No nos conocimos mucho. En algún momento pensé que estar varado en un aeropuerto era la ocasión perfecta para aprender a tocar saxo (en una de esas, hasta ganaba un par de lucas para pagar el McDonalds más caro de la tierra), pero el pudor pudo más 🙂

La polémica sobre lo que realmente ocurrió esos días sigue hasta estos días. Hay bastante discusión sobre quién, y por qué, impuso en los sistemas de gestión de tráfico el famoso Rate 0, mediante el cual se informa electrónicamente a todas las dependencias de control de tránsito aéreo que tanto los aeropuertos como cada punto de control en ruta dentro del espacio aéreo español tienen una capacidad de cero tráficos por hora, efectivamente cerrando el espacio aéreo.
Mientras el Gobierno español sostiene que los controladores se declararon en huelga y ante eso no quedaba otra alternativa (ya que no solo es complicado sino que es negligente mantener los flujos de tráfico abiertos sin el servicio que lo mantiene ordenado), el gremio de controladores responde que sus miembros jamás dejaron sus posiciones de control y que si hubiera habido tráfico, habrían recibido todos los servicios correspondientes, es sólo que no llegó nadie. El tema ha tomado ribetes incluso judiciales y cada pequeño avance es celebrado por cada lado como un triunfo y una muestra de tener la razón (o al menos más razón que el bando contrario). Más allá de las versiones oficiales de cada lado, la situación debe haber sido en extremo compleja. Un turno de controladores completo, en todo un país, que se presenta a trabajar pero reporta estar demasiado enfermo como para poder proveer seguridad a los aviones es una forma muy sutil de declarar una huelga sin realmente hacerlo. Una movida inteligente que permite dilatar por 5 y más años una investigación que honestamente no sé si va a llegar a conclusiones válidas y realistas en algún momento.

Lo único que sé, es que me quedaron debiendo una noche de sueño.

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